Bombonera Eva
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Regalar tulipanes es signo de amor alocado y elegante. Siempre que una persona regala o recibe ésta fría pero llamativa flor, está recibiendo o enviando las vibraciones de un loco y apasionado amor.
Cuenta una leyenda que, en una bella ciudad persa vivía una hermosa joven llamada Ferhad, que tenía amores con un joven llamado Shirin, valiente guerrero como era costumbre por aquella época. Un día salió a guerrear, pero el tiempo pasaba y no volvía. Ella, desesperada, montó a caballo y salió en su búsqueda. Lo buscó por todas partes y no lo encontró. Se adentró en el desierto y el cansancio y la desorientación pudieron con ella. Shirin por fin regresó, pero Ferhad no lo estaba esperando como él imaginaba. Pronto decidió salir a buscar a su amada. Sin embargo el cruel destino le jugó una mala pasada; encontró el cuerpo de su amada perforado por puntiagudas piedras, sus lágrimas convertidas en brillantes y su sangre en tulipanes rojos.
En la primavera de Oriente próximo se intercambian tulipanes y piedras preciosas. Los príncipes y personajes del mundo musulmán hacían sus declaraciones de amor con tulipanes, tenían un gran prestigio igual que en el mundo occidental lo tienen las rosas. Los viajeros contaban que, durante las fiestas, los tulipanes brillaban con el mismo esplendor que el Sol. Todos los jardines (incluidos los de los harenes) estaban plantados con esta singular flor. Todos los mandatarios, emperadores, reyes, incluso los maharajás de la India, celebraban el florecimiento de los tulipanes.
En el siglo XVI, los mercaderes venecianos introdujeron esta flor, que rápidamente adornó los barrocos jardines de la vieja Europa, en especial los holandeses. La fiebre por poseer el más bello y raro tulipán despertó muchas pasiones. Las ventas, permutas y transacciones dieron lugar a la bolsa del tulipán, por el banquero Van Der Bursen en Brujas. Según se cree en el siglo XVI o principios del XVII, el precio más alto por una flor fue una hacienda con sus criados, una carroza con su tronco de caballos y una piara de cerdos.
A finales del siglo XVII el tulipán había decaído en Europa, pero siguió siendo la flor de los sultanes en el Imperio Otomano. Hoy en día podemos decir que es la flor nacional de los holandeses, sin embargo su origen y su esplendor fue durante el Imperio Persa.
Fernando Ríos López